Una pareja atravesaba un divoricio… el motivo: un hombre infiel.
Pasaron meses y le pidieron a su hijo que decidiera con quien deseaba vivir, el niño escogió a su madre, una mujer rubia, preciosa y de ascendencia alemana.
En una ocasión, el niño escuchó a su madre llorar… se levantó abrió la puerta de su habitación y vislumbró a su madre sentada en la sala, sollozando. El párvulo se le acercó, le dio un abrazo fuerte y acariciando su cabello dijo.
—No entiendo como es que te dejó de querer…
Su madre, limpiándose las lágrimas le contestó.
—Esas cosas no se pueden entender… pasan y ya, como el invierno. Tu padre es un hombre bueno, él no tiene la culpa de lo que está pasando.
—¡Sí la tiene! Y él no es bueno. Tú, madre, simplemente dices eso porque le sigues queriendo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario