domingo, 13 de noviembre de 2011

¿Tu hombre perfecto?, sólo en sueños.

Desde niñas han vivido anhelando la llegada de un príncipe: un hombre cuyo único fin sea complacerlas y hacerlas sentir deseadas, amadas, únicas y hermosas; un hombre que viva para hacerlas felices. Lo cierto es que en el fondo de cada una de ustedes hay una princesa. Una princesa creada por vuestros padres, por los medios de comunicación o incomunicación, por vuestras propias carencias o por lo que quieran ustedes culpar; pero se trata de una princesa ávida de encontrar al hombre ideal, un hombre que sepa leer no sólo el pensamiento, sino que también sea capaz de leer el cuerpo, sabiendo dónde está exactamente el punto G. Un hombre con la capacidad de comunicarse a vuestro nivel en todos los ámbitos.

¿Realidad?:
Imagina que te llame en su aniversario para decirte lo afortunado que es al tenerte; o bien, sin razón alguna, te envíe flores con una nota diciendo cuánto te ama y lo ansioso que está por llegar a casa para abrazarte y... "¡platicar!".
Un hombre que te ayude con las tareas del hogar en caso de que también trabajes y que también se haga cargo de los hijos para que puedas descansar y salir con las amigas. Tendría que ser emocional y tierno. Entendería a tal grado tus emociones, que con el simple hecho de estar cerca sabría lo que necesitas. Alimentaría tu ego con frases como: "Eres la mujer más hermosa del planeta". Y nunca contestaría afirmativamente a la pregunta "¿Me veo gorda con este vestido?". Te haría sentir la mujer más deseada y bella, y nunca, nunca perdería el sentido del humor.
Materialmente, se preocuparía por mantener para ti un ambiente agradable y confortable, gracias a que sería muy responsable, capaz y creativo. Preocupado siempre por hacerte sonreír y seducirte: prepararía una cena a la luz de las velas en el techo de la casa, o una vieja sorpresa de fin de semana que sea exclusiva para los dos. Estaría todo el tiempo tocándote y abrazándote. Serías la envidia de tus amigas cuando durante una cena, se escapara un momento de sus amigos para besarte apasionadamente en los labios, mientras sus manos recorren tu espalda baja sin decoro. 
Y por supuesto, ¡sería un dios en la cama! Alguien interesado en documentarse sobre la sexualidad femenina, incluso con literatura lésbica, para saber cómo desea una mujer ser tocada y complacida. Sabría que les gusta un preámbulo romántico para después ser tomadas total e íntegramente. Sería un hombre tan increíblemente perfecto, que su satisfacción radicaría en hacerte perder la cabeza y convertirte en diosa mientras te hace suya una y mil veces. Suena demasiado bueno para ser cierto ¿no lo crees? Bueno, esa es la ilusión del hombre perfecto que todas arrastran (aunque sea inconscientemente) y la verdad es que el hombre perfecto no existe.

Otra cuestión es que, hablando objetivamente, la gente no debería pedir nada que no sea capaz de dar por sí mismo. Dicho esto, hago la pregunta inevitable: Si tuvieras un hombre así en tu vida, ¿qué le darías a cambio?

lunes, 12 de septiembre de 2011

¿De qué sirve que te sepas el nombre de las estrellas y de las constelaciones, si no tienes una acompañante que quiera conocer el cielo por las noches?

Esa frase la escribí en mi Facebook hace un año exactamente durante la madrugada. Estaba impresionado porque fue uno de mis ‘estados’ de esas fechas que tuvo más Likes de los que estaba acostumbrado a recibir…

Ese mismo día durante la tarde empecé una relación con una chica. Fue una relación muy, MUY breve. Fue un noviazgo que todo mundo se esperaba, las felicitaciones no se hicieron esperar y empezaron a llover buenos deseos para cada una de las partes. En cuestión de los mentados Likes de Facebook, mi cambio de Situación Sentimental de ‘Soltero’ a ‘Tiene una Relación con:’ tuvo más de 40 manitas con el pulgar levantado en señal de aprobación. El caso es que esos cuarenta y tantos Likes valieron para puras calabazas porque al cabo de diez días, yo empacaba y cargaba mis maletas para regresar al bosque de los solteros. Y aun así no se me hizo tirarme en el pasto durante las noches con mi nueva novia para decirle uno por uno los nombres de las constelaciones y las estrellas junto con las historias que ellas albergan y que he ido aprendiendo poco a poco a lo largo de mi vida.

No puedo creer que ya haya pasado un año desde mi última relación. Un año desde que el último ‘¿Quieres ser mi novia?’ fue aceptado y abrazado con un ‘¡Sí quiero! Y tú ¿quieres ser mi novio?’.

En pocos días cumpliré un año como soltero oficial, tiempo en el que puedo presumir que no he tenido novia, sin embargo no puedo permitirme decir que en ese tiempo he estado sólo, pues sería desvalorizar a tan invaluables mujeres que he conocido (o que ya conocía) y que me despojaron de ese sentimiento de soledad que de pronto me acecha durante albas y ocasos. Algunas de esas mujeres ya se han ido; unas por cuenta propia, otras por decisión mía, hay mujeres desaparecidas, mujeres que ahí siguen, mujeres que se fueron y que ahora regresan… sea cual sea el caso, son almas que jamás serán olvidadas porque todas y cada una de ellas ayudaron, ayudan o ayudarán a forjar la persona que soy y que seré el día de mañana. Me siento agradecido. Luz y estrellas para ustedes…

…Y yo sigo sin poder compartir mis conocimientos astronómicos.

Estaba pensando que si te sigo queriendo a estas alturas, tengo que decírtelo... y además, tengo que decírtelo ahora.

Es verdad que nos quedan muchas cosas por vivir, pero tampoco sabemos que cosas son. No sé tú, pero yo no quiero que mi vida esté condicionada por las cosas que supuestamente tengo que vivir, ya no quiero pensar más en lo que me estoy perdiendo; nos podemos pasar la vida pensando que nos gustaría estar en otra parte, ¡pero es absurdo!, es pura arrogancia… sólo te hace ser infeliz, te lleva a la frustración permanente. Ya no quiero ver la vida así. Me gustaría ser más feliz y disfrutar al máximo lo que tengo. Empezar a solucionar todo por allí. Sé que te quiero y que estoy muy enamorado de ti, eso siempre lo he sabido, pero cuando nos alejábamos pensaba que me podía permitir desperdiciar eso, pensaba que podía permitirme renunciar a ti por otras cosas que no tengo idea de lo que son y yo sólo sé que quiero estar aquí ahora. Sólo sé que te quiero y que estoy muy enamorado de ti. Venga, también sé que eso ya te lo dije, pero es que llevaba tanto tiempo sin decir algo así que me gustaría decírtelo más veces, estar contigo de nuevo y quererte mejor que antes, pero si tú no quieres, está bien… tú harás tu vida por un lado y yo haré la mía por el otro… eso sería una estupidez, claro una estupidez. No creo que seas la única mujer en el mundo, sé que hay muchas mujeres que me podrían gustar, mujeres de las que me podría enamorar. Seguramente hay más hombres aparte de mí, de los que te podrías enamorar y que seguramente se enamorarán de ti los muy cabrones…

Tampoco es nostalgia: me acuerdo de los momentos difíciles, de las discusiones que tuvimos… sé que si volvemos a empezar ahora, poner todo de nuevo en marcha, saldremos adelante como todas las parejas… pero no quiero pensar en eso ahora, porque ahora estoy aquí escribiéndote esto mientras observo una fotografía tuya. Me gusta tu cara, aquí, ahora, bajo esta noche con vientos que azotan las ramas de un árbol contra mi ventana, con esta luz que proyecta una lámpara y la pantalla de mi ordenador. Ahora, me gusta verte y me encanta estar escribiéndote esto. Justamente AHORA, no cinco minutos antes ni cinco minutos después.

Carta de Despedida.

He estado intentado convencerme de que abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso, pero no tiene porqué ser una tragedia. Si nunca dejase a nada y a nadie, no tendría espacio para lo nuevo…

Evolucionar constituye una traición… una infidelidad a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Cada día debería tener al menos una infidelidad esencial… una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro, una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino mejores.

—"Todas las canciones hablan de mí".

La Paradoja Matemática de la Nostalgia.

Cuanto mayor es el tiempo que hemos dejado atrás, más irresistible es la voz que nos incita a volver. Esta sentencia puede parecer algo común, sin embargo es falsa. El ser humano envejece, el final se acerca, cada instante pasa a ser siempre más apreciado y ya no queda tiempo que perder con recuerdos. Hay que comprender la paradoja matemática de la nostalgia: ésta se manifiesta con más fuerza en la primera juventud, cuando el volumen de la vida pasada es todavía insignificante.

“La Ignorancia” - Milan Kundera.

No me acuerdo de nuestro primer beso porque todavía no termina...

Llovía como si el diluvio mismo hubiera empezado... ambos viajábamos en un taxi; ella, un poco empapada y con los cabellos escurriendo decidió recargarse en mi hombro. En el estéreo del taxi empezó a sonar esta canción.



Yo incliné mi rostro hacia ella y de repente la mojada piel de mi cara estaba rozando su fría nariz. Tuvimos nuestro Primer Gran Beso.





viernes, 9 de septiembre de 2011

Casualidades.

Es increíble… es como si supieras (aunque de verdad sí lo sabes, pero me sorprende que aun recuerdes) que es lo que me vuelve loco, lo que me mata. ¡Qué a gusto recordar cuando me presentaste ante tu familia antes de una discusión sobre ciudades y lugares del mundo! ¡Qué a gusto que mencionaras el detalle sobre esa plática cuando te preguntaron “¿Y a ti dónde te gustaría vivir?” y que tú te paraste, tomaste mis manos y dijiste “Con él”!