Una vez estuve enamorado de una mujer que aparentemente
correspondía mi amor con la misma intensidad que yo. (No quiero decir su
nombre, pero en este texto la llamaré Gabriela).
Durante un día lluvioso de marzo, yo decidí ir y visitar a
Gabriela en su casa. Su familia había salido a hacer las compras y teníamos la
casa sola, compartimos un par de cervezas y vimos la película “Paprika",
nunca había visto una película como esa.
Tras la película, su familia llegó y se integró a nuestra
conversación. Hablamos sobre países lejanos y ciudades exóticas. Reíamos y nos
burlábamos de los gustos que tenían todos acerca de sus lugares favoritos en el
mundo. De pronto, su mamá decidió realizar la pregunta “Y a ti, ¿en dónde te
gustaría vivir?" a todos los que estábamos allí.
Uno por uno fuimos respondiendo aquella pregunta hasta que
llegó el turno de mi pareja.
—Y a ti, Gabriela… ¿en dónde te gustaría vivir?
Era algo que no sabía de ella, tenía demasiada curiosidad
por saber cuál sería su respuesta, qué ciudad o país nombraría. La volteé a ver
con mucho interés y ella me correspondió la mirada, nos quedamos viendo un
rato.
Su madre volvió a realizar la pregunta:
—Gabriela, ¿en dónde te gustaría vivir?
"Con él", respondió ella.