Hace unos veinte minutos me sentía catastróficamente molesto. La razón: mi viernes no salió según lo planeado. Pero en este momento, ya no estoy enojado, (sí, tengo unos cambios de ánimo bastante peculiares) de hecho ya hasta estoy bailando al ritmo de esta canción.
En realidad es muy curioso que aún sienta ganas de escribir, ya que sólo suelo escribir para desahogarme, (algo así como la catarsis más barata que conozco), pero como ya estoy aquí, aprovecharé para explicar algunas cosas sobre mi vida, y de paso les contaré el porqué estaba molesto.
Empezaré por decirles que acaba de llegar a su fin el 7 de diciembre, fecha que se ha convertido en mi día favorito del año por diversos motivos:
—Porque mis números favoritos son 7 y 13. Nuestro calendario sólo tiene doce meses, me encantaría que tuviera trece. Si así fuera, seguramente mi día favorito del año sería el día 7 del mes trece, por la cuestión de favoritismo que les acabo de explicar. Pero como sólo tenemos doce, y el doceavo mes se llama "Diciembre", a él se le otorga la gloria que pudo poseer mi deseado treceavo mes.
—Porque su clima es perfecto, dicha fecha es casi a finales del otoño, lo cual hace que su clima sea frío y con neblina, (si bien nos va).
—Porque tiene magia, magia curiosamente provocada por una tradición religiosa que sólo he visto en el estado de Veracruz, (no soy muy fan de asuntos religiosos) que se llama "Día del Niño Perdido". Se colocan velitas y veladoras por muchas calles del centro de la ciudad. Supuestamente es el día que el Niño Jesús se les perdió a sus padres, María y José, en Jerusalén. Tardaron tres días en encontrarlo y cuando por fin lo hallaron, Jesús se encontraba platicando y debatiendo con los sabios. Es por eso que cada 7 de diciembre, a las 7 de la noche, se colocan las velas que iluminan las calles para mostrarle al niño Jesús el camino de regreso a su casa.
—Y finalmente: porque el 7 de diciembre del 2010, conocí entre toda esta magia de las velas, la neblina y mi día consentido del año, a una persona que cambió mi vida. (Si dan click aquí se van a topar con un texto que escribí sobre dicha persona).
Llevaba varios meses esperando a que llegara el 7 de diciembre, (lo esperé con más ansias desde que observé el calendario y me di cuente de que este año caería en viernes). Hace unos dos meses empecé a preguntarme que haría para cuando por fin llegara este día. Quería que fuera épico, no se me ocurrió nada bueno en mucho tiempo.
Hace una semana tuve la buena idea de que podía invitar a alguna chica y pasar una bonita tarde con ella, cooperando en la celebración al colocar cada uno una velita encendida en algún lugar del centro de la ciudad. Además la atmósfera de las velas encendidas por todas las calles y la neblina, (casi se me olvida mencionar que también están el alumbrado navideño que engalana la ciudad) le daría un toque bastante romántico a nuestra cita. (Soy un cursi, mátenme). Luego, hace un par de días, dicha idea mejoró cuando pensé que esa chica podía ser justamente la persona que cambió mi vida, y que el 'pretexto' para juntarnos era que se iban a estar cumpliendo dos años de conocernos. Así que muy feliz por la idea corrí nervioso, pero decidido a invitarla.
¿Apoco no se les antoja salir con esa persona especial cuando tienen esto en el centro de su ciudad?: (Dénle click y véanla en grande, para que se note más la magia).
La invité y ¡aceptó! ¿En verdad había aceptado? ¡Claro que había aceptado!, me quedé muy emocionado. Le dije dónde y a qué hora nos veríamos el mero día. Pero, (¿qué hice, Dios mío?, dime qué hice para que esta historia tuviera un "pero" tan horrible), después de decirle eso, no me contestó ni me confirmó que estaba de acuerdo o que le quedaba bien esa hora y ese lugar.
No quise insistir en obtener una respuesta de su parte en ese momento. Así que dejé que la vida siguiera su curso, y ya el día de nuestra cita, me pondría en contacto con ella para confirmar nuestro encuentro.
El día de nuestro encuentro, osea el tan esperado 7 de diciembre, le pregunté que si en verdad la iba a ver esa tarde. Me dijo que sí pero que mejor me veía en un tal lugar llamado "Leonor", que porque había hecho planes con unos amigos suyos y que iba a ir con ellos a ese lugar. Obviamente le dije que no iría con ella a ese lugar y que ya mejor la vería otro día.
Eso fue lo que me dejó muy molesto. Osea, ¿qué clase de persona hace otro compromiso cuando ya tiene programada una cita contigo? Por supuesto, alguien a quien le das igual. Y no sólo eso, también fue el incumplimiento de las expectativas que yo esperaba para ese día, lo que también me dejó bastante enojado. Terminé haciendo cosas totalmente distintas a lo que yo tenía planeado, y ciertamente me la pasé muy bien, pero no supe disfrutar el momento porque todo el tiempo tenía en mi mente los eventos que jamás se realizaron...
Ya lo sé, aún me faltan muchas cosas que aprender.
El día de nuestro encuentro, osea el tan esperado 7 de diciembre, le pregunté que si en verdad la iba a ver esa tarde. Me dijo que sí pero que mejor me veía en un tal lugar llamado "Leonor", que porque había hecho planes con unos amigos suyos y que iba a ir con ellos a ese lugar. Obviamente le dije que no iría con ella a ese lugar y que ya mejor la vería otro día.
Eso fue lo que me dejó muy molesto. Osea, ¿qué clase de persona hace otro compromiso cuando ya tiene programada una cita contigo? Por supuesto, alguien a quien le das igual. Y no sólo eso, también fue el incumplimiento de las expectativas que yo esperaba para ese día, lo que también me dejó bastante enojado. Terminé haciendo cosas totalmente distintas a lo que yo tenía planeado, y ciertamente me la pasé muy bien, pero no supe disfrutar el momento porque todo el tiempo tenía en mi mente los eventos que jamás se realizaron...
Ya lo sé, aún me faltan muchas cosas que aprender.