Todo comenzó por allí del mediodía de hoy, estaba ignorando el hecho de que mi septiembre fue un caos tremendo que desgraciadamente se me llegó a salir de las manos. Así que me dirigí al cuarto de mis papás, me acosté en la cama y prendí la televisión, recorrí flojamente los canales hasta que di con uno en el que estaban pasando videos musicales. Justo estaba el videoclip “It’s my life” de No Doubt. Esa agrupación no me llama mucho la atención, pero recordé que era el programa que conducía una chica que conozco, que me cae poca madre, y que estudia cine en la escuela a la que desgraciadamente no fui aceptado este año.
Tenía tiempo de no ver su programa, estuve muy tentado a cambiarle, porque la imagen no se veía del todo bien en el televisor, se colaba algo de estática, y además no me sentía con ganas de escuchar a No Doubt. Pero le dejé allí, gran acierto de mi parte. En cuanto terminó la canción de No Doubt, empezó una rola que había estado buscando desde hace AÑOS, la última vez que recuerdo haberla escuchado, fue hace ocho años en una reunión familiar mientras veía el canal musical en compañía de mis primos.
Esa canción siempre me gustó mucho, estuvo muy de moda en el 2002 y el 2003. Jamás me interesó saberme el nombre de la canción, porque a cada rato la escuchaba en la radio o veía el videoclip en la televisión y siempre decía “prometo que la próxima vez que la pasen, anotaré el nombre de la canción”. Y como no tenía Ares ni nada por el estilo, tampoco pude agregarla a mi biblioteca musical. De repente, esa canción no volvió a sonar en la radio ni a estar de moda, desapareció, al menos de mi vida… (es posible que la haya escuchado alguna vez mientras viajaba a bordo de un taxi de la Ciudad de México, cuando estudiaba la secundaria, pero no estoy completamente seguro). Era la canción que de la nada me llegaba la tonada y la tarareaba, era horrible no saber el nombre para ponerla en ese preciso instante, escucharla y bailarla. Recuerdo que eso me deprimía mucho. Hice de todo para encontrarla, incluso le preguntaba a mis amigos que sabían de música que si no conocían una canción que fuera así, y se las tarareaba o les platicaba de lo que trataba el videoclip. Me arrepentía de hacerlo porque jamás tuve éxito con ellos y me veían raro cuando se las tatareaba o les explicaba que en el video aparecía un oso bailador. Un día, ya no quise seguir buscando y me dije que estaba seguro de que esa canción la iba a volver a escuchar y que iba a saber su nombre antes de que me muriera. Y así fue, ese hecho sucedió hoy, la canción en cuestión es “Dreaming of You” de la banda The Coral.
En cuanto esa canción apareció en la televisión, me quedé in albis, la reconocí en seguida. Inclusive me paré de la cama, fui corriendo a mi cuarto por mi celular y regresé justo a tiempo para anotar en él el nombre de la canción y el artista que ponen al inicio de un video musical, (ya saben como son esas cosas). La escuché, la disfruté, brinqué de la emoción y grité de la alegría, literal. Cuando acabó, me dirigí a Facebook y le escribí a mi amiga que había encontrado una canción que estuve buscando durante años, pero que lo había hecho viendo su programa. Allí fue cuando dije, HOY VA A SER UN GRAN DÍA.
El resto de mi tarde pasó de forma ordinaria, había quedado de verme en un bar gay llamado “Madame” a las cinco de la tarde para grabar algunas escenas de un cortometraje. Por cosas de la vida, no pude salir de mi casa hasta las 17:45 horas de la tarde. Ya sé qué están pensando, que soy un maldito impuntual, y no voy a negarlo, lo soy, y he intentado solucionarlo. Estoy a la expectativa de que un día lo voy a dejar de intentar, porque lo voy a lograr, pero eso aún no ha pasado. Sin embargo, soy de los que piensan que las cosas pasan por algo, y mi impuntualidad me ha dado enormes alegrías, una de ellas ocurrió hoy.
Estaba esperando el camión que me llevara a “Madame” cuando el cielo anunció que se avecinaba una tormenta, justo un minuto antes de que empezara a llover, pasó uno de mis mejores amigos en su auto. Fíjense lo que son las cosas: es uno de mis mejores amigos, que tenía casi mes y medio de no ver, y eso que antes de nuestro último encuentro solíamos vernos y reunirnos con otros amigos cada fin de semana. Y por si eso fuera poco, jamás en la vida mi amigo pasa por allí con su auto, porque él vive del otro lado de la ciudad. Le pregunté que si me daba un ride y me dijo que sí, subí a su carro y un minuto después se soltó el diluvio.
Me dejó en en una avenida de la periferia del centro de la ciudad (donde por cierto, ahí aún no había empezado a llover) y de allí ya tomé un taxi a mi destino, un taxi que inclusive me cobró menos de lo que yo esperaba que me fuera a cobrar. ¡Mira, si la vida es bien bonita!
Llegué a mi destino y me topé con la tarea de grabar un cortometraje, le hice a todo, a la dirección, iluminación, fotografía, dirección artística, inclusive hubo una escena en la que salí a cuadro. Fui feliz haciendo eso, fue mi debut formal trabajando en algo así, de nuevo confirmé que es a lo que quiero dedicarme toda mi vida. Luego entre escena y escena, me daba tiempo para ir a la cabina del bar, tomar la mezcladora y ponerme a deleitar a los extras con la música que extraía de mi iPod. Dos bonitos debutes en un mismo día.
Mi broche de oro fue haber llegado a mi casa, entrar a Facebook, y leer un comentario de mi amiga la conductora del Canal Once que decía que a pesar de no haber quedado en el CCC y volverme su nuevo compañero, sabe que llegaré a ser un gran cineasta.
Les dije que hoy sería un gran día
Pero ya se acabó, hoy empieza octubre (digo hoy, porque mientras escribía esto, el minutero me jugó sucio y ha convertido mi domingo fantástico en lunes, lunes que además, es inicio de mes).
Ahora les digo, “Éste va a ser un gran mes”. Debe ser perfecto, ¡es otoño!, hojas cayendo de los árboles, comienza la temporada del delicioso pan de muerto por todos lados, y por si fuera poco, en unos días más será mi cumpleaños.
Éste va a ser un gran mes.